Wednesday, July 19, 2006

Los que se van

Ha muerto la tía Kika. Si, la misma que hace tanto tiempo que no veía y la que probablemente ya no recordaba quien soy. El Alzheimer devoró poco a poco lo que en el pueblo llegó a ser su gran tesoro: sus recuerdos. Aquellos que solía contarnos muchas veces en el salón con el reloj del que alguna vez ya te he hablado. Tan entrañable como su bastón o los suspiros con la nostalgia de quien todo lo sabe, quien todo lo ha vivido. Las esporádicas veces que voy por allí puede que me resulten algo más extrañas sabiendo que ella no está en el portal de enfrente. Somos aves de paso, naves fugaces que pasan frente a las narices de nadie a veces esperando dejar una huella para que nada nos lapide, como tú dándo un toque al móvil o yo procurando que aparezcas por el Danubio. Hay gente que un día te dicen que se ha ido y te entran ganas de dedicarle enteramente un pequeño trozo de memoria y hoy, recién llegado de Praga, me parecía un buen momento.

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