A mis camaradas

A vosotros os debo que la noche sea una mezcla de poesía y guerra. Las miradas conversas a un deseo. A veces con el puño en alto, a veces con el rock revolviendo nuestras melenas, o si no sentados en una tabla de madera jurando fidelidad, rememorando la última, la lejana, la de mañana... A vosotros os debo una porción grande de mí; aquella que me dice que la soledad nunca va a meterse en mi mismo tren, aquella que me recuerda abrazos o la que me retuerce de risa siempre que mi memoria se acerca a la plaza o al ferial. Sofá en las caídas, templanza en las euforias...viejas traiciones, abrazo honesto, el aula contemplando nuestros bostezos, la llamada delante de un libro de problemas, el toque de madrugada. Ahora creo que mis secretos se vengan de mí por no haberles echado cadena y es que hoy que os echo de menos, la noche me lleva volando a las viejas batallas que la nostalgia me deja saborear, a las cartas sobre la mesa sucia o a aquel jueves que nunca recordamos. Porque ahora y siempre, lo tuyo nuestro y lo mío de los dos, cuando siento que la amistad se reinventa cada día... y es que decir amigo es grabar vuestros nombres de donde ni el viento ni las lágrimas puedan borrarlos.